Rafa Nadal. Es mencionar estas dos palabras y te dan ganas de ponerte a aplaudir o a morder las ensaladeras de metal de tu ajuar. El mallorquín Rafael Nadal Parera podría ser el mejor tenista español de todos los tiempos, pero ha preferido convertirse en uno de los más grandes deportistas de la historia, aquellos cuya fotografía aparecía antaño en la enciclopedia del Círculo de Lectores cuando buscabas la palabra ‘tenis’ -pronto ocurrirá lo mismo al deletrear ‘deporte’ en Google-.
Pero aquí no nos referiremos a sus interminables logros deportivos, el último de ellos su reciente consecución del 9º título de Roland Garros. Siguen las reformas en casa de los Nadal: esta vez la sala de trofeos ha tenido que ganarle unos metros al salón. Nuestro propósito es rendir un sereno reconocimiento al mejor coach que tiene este país, ese motivador universal que nos muestra en repetidas sobremesas su método único, aplicable a cada una de nuestras vidas. Estamos ante el más prestigioso embajador de la Marca España. Aquí van algunos argumentos que lo corroboran:
- Suficiente no es suficiente: ‘Me gusta superarme a mi mismo más que a los demás’
- Saber ganar en la derrota: ‘Lesionado de la espalda, sin poder moverse, aguanta en la pista con orgullo y dignifica el triunfo de Stanislas Wawrinka’
- La mejor forma de convencer es con el esfuerzo y el trabajo bien hecho: ‘La Philippe Chatrier canta el cumpleaños feliz a Nadal’
Porque Nadal no lo ha tenido fácil. Si Rafa -el hijo, hermano, yerno, sobrino o príncipe para Corina que todos querríamos tener-, hubiera sido como los demás, como nosotros, siempre podría haber recurrido a ese ‘me tienen manía’ tan escolar: primero, por coincidir con el mejor tenista de la historia -por ahora, Roger, por ahora-; más tarde por las malditas lesiones, en sus múltiples variantes y grados de virulencia, que le sirvieron en bandeja un ‘hasta aquí hemos llegado’, para el que no hubiera cabido objeción alguna con la vitrina repleta y un talante irreprochable; finalmente, la llegada de otro genio, Djokovic -o el Jesulín de los Balcanes-, un prodigio de la raqueta que logró subirse a las barbas del mallorquín, hasta sobrepasarle. No contaremos cómo sigue la historia porque todos la conocemos: Nadal recupera el número 1 del Ranking de la ATP.






Nosotros, verdaderos obsesos del cómo, nos sentimos profundamente admirados por su manera de conseguirlo y decidimos improvisar, en la misma mañana del pasado viernes, un modesto tributo a quien nos ha enseñado el camino a nivel moral, empresarial, social y, cómo no, deportivo. Creamos la etiqueta de Twitter #Nadalmente, y diseñamos unos recursos gráficos integradores -todos los públicos, sexos, edades, condiciones…- para apoyar virtualmente a Nadal en el camino hacia su novena ensaladera. Para rematar el set, editamos un breve vídeo, de apenas 15 segundos, para incitar -aunque quizá sirviera más para ahuyentar- a la causa.
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