¿Sabes en cuántas redes sociales estas registrado? ¿Y Si le sumas aplicaciones de chat, citas o compra-venta? ¿Sabes cuántas cuentas de YouTube sigues o cuántos podcasts escuchas? Si la suma supera las 4 o 5 seguramente estés sintiendo que siempre te estás perdiendo algo
En los días que vivimos tenemos un exceso de información «gracias» a Internet, que mal gestionado puede llegar a saturar a aquellos que siempre están con ganas (sanas) de conocer más y más. En un mundo en el que al buscar una solución a una consulta tienes cientos de posibles recursos, que a su vez te abren las puertas a otros recursos es fácil perderse, agobiarse y aferrarse al (últimamente de moda) síndrome del impostor.
Con esta sobresaturación de conocimiento y posibilidades es muy sencillo sentirse pequeño y tonto, y con ello, entrar en un estado de ‘rabia interior‘ en el que queremos abarcar todos los conocimientos y ponerlos en práctica como sea, empezando decenas de cosas que seguramente no acabaremos, o si las acabamos será de la forma incorrecta.
Vivimos unos días en los que necesitamos más que nunca centrarnos, enfocarnos, en lo que realmente nos debe importar y tener en cuenta que aunque existan miles de conocimientos ahí fuera no es necesario contar con todos ellos y que debemos centrarnos y enfocarnos en los que realmente podemos asumir, nos aportarán un valor o realmente nos hacen sentir bien.
Trasladando esta reflexión al mundo empresarial es imprescindible dejar de tener miedo a fallar y pararnos a pensar y poner el foco en lo que creemos que nos puede suponer una mejora en ventas (o no), porque quizás la primera pregunta que debería hacerse una empresa es ¿Hacia donde quiero enfocarme?
La respuesta no debería ser siempre ‘ganar más pasta’, eso ya llegará, quizás la respuesta debería ser, ‘quiero enamorar a mis clientes’ o ‘quiero que todo el país conozca mi marca’, y no estoy hablando de grandes empresas en las que se supone que hay un equipo encargado de estas reflexiones, me refiero sobretodo a pequeñas empresas en las que nunca se ha pensado más allá y no se ha puesto un objetivo claro al que dirigirse más allá de ganar dinero y sobrevivir unos meses más.
Una vez la empresa tiene claro este objetivo, su objetivo debería ser el momento de dejar paso a su empresa de comunicación para que pueda enfocarse en una estrategia clara y enfocada, sin pretender atender a la última tendencia, la más molona tecnología o querer tener presencia en 20 redes sociales cuando su público seguramente se encuentra en 1 o 2.
No todo el mundo necesita una App, una tienda online o un dossier de 200 páginas, algunos si, pero quizás tu no.
Dejemos que cada uno se centre en lo que mejor sabe hacer, centrémonos cada uno en lo que mejor sabe hacer e intentemos día a día esquivar esas luces destellantes que nos llaman susurrando se como ganar miles de euros sin currar, no eres nadie si no tienes el mejor prezi, que haces aún sin un escaparate de oro y raso o mi tarjeta es en relieve color hueso.
Pongámonos un rumbo al que enfocarnos y avancemos hacia él sin distraernos, que para variar el rumbo siempre habrá tiempo, eso sí, después de fijar el nuevo foco.