Con ese objetivo entre ceja y ceja afrontamos cada uno de nuestros trabajos. Qué motivo más contundente que éste podría haber como para no incluirlo en la parte visible de nuestra nueva identidad. Para hacerlo hemos modernizado la tipografía y estilizado la composición, todo en consonancia con la realidad vigente de la empresa. Este primer cambio forma parte de un proyecto de renovación global que, además de sustentarse en la voz y el eco de C3PO, tendrá su punto culminante en la drástica e innovadora redefinición de usalafuerza.com, que si nada ni nadie lo remedia verá la luz a principios de marzo.
La imagen que nos acompañará de aquí en adelante podría explicarse como un restyling, aunque para nosotros signifique algo más. No podíamos renunciar a nuestra esencia, aquella que ya es reconocible a simple golpe de vista, pero resultaba necesaria una readaptación de nuestra marca a la consolidación de la estrategia actual de la empresa. De un tiempo a esta parte hemos apostado por una nueva forma de hacer las cosas, aparcando los trabajos puntuales para dedicarnos de lleno a ofrecer un servicio integral para las empresas. No diseñamos folletos ni logotipos, no programamos webs, no generamos contenidos, ni tan siquiera gestionamos tu comunicación corporativa en medios sociales. Nuestro cometido es otro: encabezamos el área de marketing de cada uno de los clientes a los que acompañamos en su travesía comercial. ¿Que cómo lo hacemos? Así:
- Una causa, un método y un equipo multidisciplinar interno. Dirigimos sus pasos y construimos nuevos caminos para llegar a sus objetivos. Definimos el proceso y lo acabamos junto a nuestros clientes y con ellos, sin trocearlo entre colaboradores externos.
- Optamos por el trabajo bien hecho. Respetamos todas las opciones profesionales, pero nos negamos a rebajar a la nada el trabajo cualificado y artesanal de cualquiera de nuestros integrantes. Si cada uno de nosotros no se siente importante, la fuerza del equipo deja de ser vital. Y si C3PO se diferencia de la competencia por algo es por la integración de ese equipo, no sólo bajo un mismo espacio físico, sino en la persecución de un mismo objetivo: despertar los sentidos de aquellos que confían en nuestro trabajo. Una vez que ya se presupone la utilidad de nuestras ideas, ha llegado el turno de lo más difícil: lograr que se sorprendan permanentemente. Nada mejor que grabarlo en nuestro propio ADN para no perder de vista la meta nunca.